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Medida que cierra una fase del golpe sicario, corporativo y trasnacional

El gobierno sicario, corporativo y trasnacional usará toda la fuerza coercitiva para profundizar la enajenación de los recursos naturales en favor de las cadenas trasnacionales.


 El gobierno de terminó la fase que comenzara Federico Franco. Foto: Charizard.

La aprobación del proyecto que habilita al Ejecutivo a privatizar una gran cadena de servicios y recursos es el cierre de un período que se instaló en nuestro país el 15 de junio con la masacre de campesinos y policías en Marina Kue. Este golpe, formalizado el 22 con la rápida destitución de Fernando Lugo y consumado en las elecciones de abril del 2013, es un golpe de carácter sicario, corporativo y trasnacional  que vino a desmontar toda capacidad de resistencia y contención del pueblo organizado, fuertemente desmovilizado durante el gobierno de Fernando Lugo con la ilusión de salir del pozo con avances en gastos sociales, sin tocar en nada la estructura económica que gobierna el país.

El gobierno de Horacio Cartes terminó la fase que comenzara Federico Franco al conseguir, primero,  el permiso del Congreso para utilizar a las fuerzas militares cuando el Ejecutivo lo crea conveniente y, segundo, el permiso para dar al capital (transnacional en su buena composición) la explotación de recursos hídricos, siderúrgicos, eléctricos…

La primera medida es uña y mugre de la segunda, ya que es la señal clara de que el gobierno sicario, corporativo y trasnacional usará toda la fuerza coercitiva para profundizar la enajenación de los recursos naturales en favor de las cadenas trasnacionales. Sabemos que esta fuerza militar que hoy se concentra en el Norte con la excusa del fantasmal EPP está en territorio en litigio entre la agricultura familiar campesina y la explotación intensiva y extensiva de la semilla transgénica y la narcoganadería. Y sabemos también en favor de qué intereses juegan las fueras de seguridad y la fiscalía en esta guerra declarada a las comunidades campesinas.

Recordemos que durante el efímero y ruin gobierno encabezado por Federico Franco se consumaron la habilitación del algodón transgénico (de la Monsanto), el inicio de las negociaciones para la instalación de Rio Tinto Alcan, corporación canadiense, y la concesión a Pradva Petroleum, corporación norteamericana, de la exploración y explotación de petróleo en el Chaco paraguayo.

Creo que ya mucha gente también sabe que Río Tinto Alcan quiere usar el 17 por ciento de toda la energía eléctrica que produce el país, con precio subsidiado y  obras de infraestructura a cargo del Estado, y que todos los insumos para las planchas de aluminio se traerán de afuera y que el producto terminado tiene como destino principal São Paulo. Es decir, capturarán buena parte de la energía producida justo a una década de vencerse el contrato de cesión de nuestra energía excedente de Itaipú a Brasil para seguir alimentando la industria paulista. Así nomás.

 En cuanto a las semillas transgénicas (soja, maíz, algodón…) sabemos que producen una renta multimillonaria que en su mayor parte no queda en el país. La semilla y el veneno son de la Monsanto, los tractores se traen de Brasil, no paga impuesto por exportación en bruto, se usan dos o tres personas en quinientas hectáreas, destruye todo el territorio, el veneno (mata todo) roundup contamina la célula placentaria, provocando malformaciones en las criaturas y cánceres a largo plazo, a más de muchísimas otras afecciones en el cuerpo.

Mientras el proceso de enajenación de todos nuestros recursos avanza sin piedad, la corporación que se hizo cargo del país con el golpe sicario perpetrado el 15 de junio nos quiere hacer creer, a través de sus grandes medios, que solo la clase política y la corrupción púbicos son el problema. Aplaude “la manifestación espontánea” de la ciudadanía contra el despilfarro (tremendo problema, por cierto)  mientras legitima la muerte selectiva de dirigentes campesinos a manos de sicarios, la intoxicación de nuestra gente y la destrucción y enajenación de nuestros recursos naturales.

 Prensa corporativa, balas, procesamientos, cárcel y venenos son los medios para intentar consolidar un consenso social en esta nueva oleada neoliberal. Los números van bien, claro está, para los dueños del país y del mundo. “El país crecerá un cinco por ciento”, “hay optimismo en los empresarios”, “clima de inversiones y negocios en el país” son algunos de los títulos más recurrentes de los mass media. Acá abajo todo huele o sabe a podrido, humedad, cartón y hollín.

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